Sociedad

¿Puede el trabajar desde casa convertirnos en adictos al trabajo?

Además de resultar esencial durante el confinamiento, el trabajo a distancia puede hacer que los límites entre nuestro trabajo y nuestra vida privada se vuelvan demasiado difusos. Aquí te explicamos por qué.

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Publicado:30/05/2022

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La pandemia de Covid-19 ha provocado grandes cambios tanto en nuestra vida personal como profesional, y para muchos de nosotros uno de los más significativos ha sido ver a los dos fusionarse a medida que pasamos de trabajar en un escritorio en la oficina a trabajar de nuestras propias mesas de la cocina. Trabajar desde casa, o WFH, por sus siglas en inglés (Working From Home), ha permitido que las empresas y los trabajadores permanezcan activos a pesar de los confinamientos y el distanciamiento social. Pero esta "nueva normalidad" también conlleva el riesgo de fomentar el que le dediquemos al trabajo una cantidad de tiempo y energía poco saludable e insostenible, haciendo que las ya confusas líneas entre nuestra vida laboral y nuestra vida privada sean tan tenues que apenas existan.

Es una situación que nuestra sociedad, obsesionada con la productividad y la conexión constante, hace cada vez más probable, y que el crecimiento del WFH provocado por la COVID-19 no ha hecho más que exacerbar. Un estudio reciente sobre el WFH en el sector público italiano desde el comienzo de la pandemia mostró cómo tendían a disminuir los límites tanto físicos como psicológicos entre la vida privada y laboral, produciendo efectos positivos en términos de movilidad y productividad, pero también un aumento en el estrés relacionado con el trabajo y la adicción al trabajo.

A pesar de su omnipresencia en la cultura popular, la figura del adicto al trabajo apenas se ha estudiado desde un punto de vista científico, lo que dificulta su identificación. Aunque no existe una definición médica ampliamente validada, se suele interpretar que un adicto al trabajo es alguien que es adicto a éste del mismo modo que otra persona podría serlo al juego o al alcohol, y que trabaja compulsivamente incluso a costa de su salud, sus relaciones y su felicidad personal. Los indicios de que alguien puede ser adicto al trabajo incluyen el hecho de que priorice repetidamente el trabajo por encima de sus obligaciones personales, que se muestre excesivamente disponible para los compañeros de trabajo o que niegue a éstos la información que necesitan para trabajar de forma autónoma, insistiendo en cambio en mantener el control de la situación personalmente. A un adicto al trabajo le costará admitir que tiene un problema y rara vez revelará los verdaderos motivos de su comportamiento: según sus palabras, sólo trabaja duro para hacer el trabajo o porque sus compañeros no están haciendo su parte.

Fundamentalmente, la línea que separa a un trabajador duro de un adicto al trabajo depende de hasta qué punto una persona esté dispuesta a dejar que su trabajo se extienda a su vida personal, y eso es algo que WFH hace mucho más probable.

Para los que creemos que podemos estar en riesgo, los expertos recomiendan tomar algunas pequeñas medidas para mantener la situación bajo control.

La primera es elaborar un horario de trabajo claro que desglose la jornada y establezca una hora de inicio y otra de finalización, e intentar, en la medida de lo posible, cumplirlo. A continuación, crear, si es posible, un espacio dedicado específicamente al trabajo y separado de las partes de la casa donde se socializa: es muy importante mantener una frontera física entre el trabajo y el resto de las actividades. Si no se dispone de espacio para crear un espacio separado, se puede cambiar la posición de los muebles y objetos al comenzar y al concluir el trabajo con el fin de crear esta distinción. Y si es posible, se debe evitar trabajar en el dormitorio: asociar un lugar de descanso con el trabajo puede dificultar desconectar al final del día y dormir bien por la noche.

Y lo más importante de todo, se debe recordar que no es realista tratar de hacerlo todo. Hay que aprender a desconectarse del trabajo una vez cubiertas las horas previstas, aunque no se haya concluido todo a satisfacción. Apagar el ordenador y hacer algo agradable y entretenido que no tenga nada que ver con tu trabajo es la mejor manera de reforzar los límites que el trabajo desde casa corre el riesgo de erosionar.