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¿Es Winnie the Pooh una metáfora de la salud mental?

Más que un cuento para niños: el entrañable libro podría ser también una forma esclarecedora de analizar el trastorno de estrés postraumático.

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Publicado:30/05/2022

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Winnie-the-Pooh ha sido una de las creaciones de ficción más queridas del mundo desde que apareció por primera vez en 1926. Gracias en parte a los dibujos animados de Walt Disney basados en sus aventuras en el Bosque de los Cien Acres, él y sus amigos Piglet, Ígor, Búho, Conejo y Tigger han encantado a generaciones de niños y adultos. Pero, además de impartir valiosas lecciones sobre la amistad, ¿podrían las historias de Winnie-the-Pooh ofrecer también un mayor entendimiento sobre las enfermedades mentales?

La idea puede parecer contradictoria, pero no es nueva. Un artículo titulado “Patología en el Bosque de los Cien Acres: una perspectiva del desarrollo neurológico en A.A. Milne”, que apareció en el Canadian Medical Association Journal en 2000, sugirió que cada uno de los personajes podría interpretarse como la encarnación de los síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT). Se trata de un trastorno que puede desarrollarse después de que una persona haya estado expuesta a un suceso traumático, como una guerra, un asalto, una agresión sexual o cualquier otra amenaza para su vida, que puede causar angustia mental o física, cambios en la forma de pensar y sentir de los afectados y un aumento de la respuesta de lucha o huida, síntomas que pueden dificultar la vida normal de los afectados.

Habiendo luchado en algunas de las batallas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial, el creador de Pooh, A.A. Milne, al igual que muchos de sus compañeros veteranos, pudo haber regresado a casa con un caso no diagnosticado de TEPT. Algunos ven las historias de Pooh como un intento de forjar una conexión con su hijo, Christopher Robin, y la teoría afirma que, en ellas, Milne usa los personajes para representar síntomas individuales del trastorno.

Se podría considerar que Piglet representa la ansiedad y la hipervigilancia que pueden surgir tras un trauma, lo que nos hace anticipar constantemente el peligro. La impulsividad hiperactiva y la imprudencia de Tigger son síntomas comunes de la respuesta al trauma, mientras que la depresión de Ígor podría ilustrar cómo el trauma puede afectar la forma en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás, haciéndonos autocríticos, retirándonos rápidamente de la interacción social e incapaces de experimentar la felicidad. El Conejo, por su parte, pone de manifiesto la inflexible obsesión por las normas que puede desarrollarse tras unos acontecimientos traumáticos que hayan amenazado nuestra comprensión del funcionamiento del mundo, y el pomposo Búho muestra las dificultades con la intimidad comunes entre quienes luchan contra el TEPT, que a menudo deja a los enfermos demasiado agotados emocionalmente para disfrutar de una intimidad y una conexión genuinas. Y con su búsqueda obsesiva de miel, Pooh parece estar sufriendo de disociación, una alteración en la que, después de disociar para hacer frente a una situación traumática, la mente comienza a disociar con frecuencia como estrategia de afrontamiento, la disociación se manifiesta como una preocupación por, por ejemplo, la comida, el ejercicio o los fármacos.

Pero Pooh y sus amigos también ponen de manifiesto lo simplista que resulta reducir a los enfermos a una mera lista de síntomas problemáticos. Aunque Pooh puede ser algo obsesivo, también es amable, divertido y un buen amigo, y a pesar de que la hiperactividad de Tigger es agotadora, también es divertido y repleto de energía. Juntos, Pooh y sus amigos forman un grupo de amigos creativo y compasivo, que subraya la importancia de analizar nuestras experiencias de forma colectiva y nos recuerda que, aunque la vida con TEPT puede ser un reto, no tenemos por qué definirnos únicamente por nuestros miedos y ansiedades.